Una familia poderosa de Panamá se quedó con una isla en el océano Pacífico para un megaproyecto con hoteles cinco estrellas, aeropuerto y residencias de lujo. Para hacerlo, arrasó con los espacios y la vida de una comunidad de más de 300 habitantes en un paraíso olvidado del archipiélago Las Perlas. Un título de propiedad dudoso, represión, persecución judicial y un pueblo partido para siempre.