Si hay una cosa que creemos saber sobre el panameño, es esta: no le gusta trabajar. Algo en su naturaleza lo empujaría a ser perezoso, charlatán, juega vivo, poco serio, un poco seductor, un poco estafador, siempre pasando agachado. Gabo García de Paredes se mete en problemas y desmenuza una verdad no escrita que asegura que el panameño es vago por naturaleza. ¿Será verdad?