Lo único que le interesaba a Rita cuando era pequeña eran los crayones, los lápices y los rostros de mujeres. Cuando volvía de la escuela a su casa en Las Cumbres, tomaba hojas y las rayaba con rostros de las mujeres que conocía del barrio, el colegio, la familia: rebeldes, reflexivas, tempestuosas o extravagantes. Artista visual y estudiante de arquitectura, hoy el arte que llevó a Macrofest, Casa Góngora y distintas ferias, sigue en esa línea. Inspirándose en los paradigmas que se nos imponen desde pequeñas, eleva un silencioso grito de protesta en cada pincelada, en nombre de aquella niña que sentía que no "encajaba". Ella y sus obras son esa revolución: mujeres que se desean libres de ser y expresarse.