A la artista Martanoemí Noriega le gusta presentarse como artesana de la imagen y feminista. En paredes de la ciudad, libros, películas animadas, revistas, afiches, periódicos, se ve eso: la obsesión por los detalles, los vínculos con la madre tierra y las mujeres. Sobre todo, con las mujeres que nos precedieron. Le agradece a ellas, a su bisabuela que envió a sus hijas a la escuela contra los deseos de su marido, a su madre que estudió. Sabe que gracias a ellas estudia lo que quiere, trabaja, gana dinero, se compra cosas —los libros que lee, la computadora en la que escribe— sin necesidad de ninguna autorización.