Narrar el calentamiento global o la pérdida de biodiversidad es un reto para cualquier periodista. Entonces, ¿por dónde empezar? Michelle Soto y Pilar Assefh, de Periodistas por el Planeta (PxP), compartieron con un grupo de periodistas de Centroamérica y el Caribe algunas lecciones para contar el cambio climático durante el taller ‘La restauración de ecosistemas y el cambio climático desde una óptica centroamericana’, organizado en alianza con la Organización para Estudios Tropicales (OET) en Costa Rica.
Foto: Nina Cordero
Afinar la perspectiva local, visibilizar las dinámicas de poder y adoptar un enfoque en las soluciones, las tres claves para contar mejor el cambio climático.
El primer paso para acercarnos a una historia de cambio climático es comprender nuestro territorio. Centroamérica es una región de territorios diversos y muchas de las soluciones para enfrentar la crisis planetaria nacen de sus propios territorios. Las comunidades indígenas, por ejemplo, conocen mejores prácticas para frenar la hecatombe: sus territorios suelen ser los menos afectados. Entonces, ¿por qué copiar fórmulas, imágenes o soluciones de lugares alejados de los nuestros?
El cambio climático es una temática compleja, con muchas entradas e información generalmente publicada en inglés, producida y enfocada desde una perspectiva global. Por más que sume, enriquezca y sirva, ese tipo de teorías puede, por un lado, no reflejar la realidad que queremos contar y, por otro, perder el foco de dónde está la información que mejor describe y aporta a las historias para narrar qué pasa, dónde, de qué manera: la de los pobladores locales.
En ese contexto, el periodista debe ser un doble traductor. Uno que traduzca distintas ramas del conocimiento a nuestro español y a nuestra perspectiva centroamericana y, a la vez, conecte las experiencias locales con la data científica.
Foto: Nina Cordero
Un ejemplo: El oso polar y el derretimiento de los glaciares.
Son imágenes que pueden llegar a ser impactantes, pero a la vez lejanas para cualquier comunidad centroamericana. “Todas las especies están siendo afectadas, pero no todas por igual, y en ese ‘no todas por igual’ entramos nosotros: debemos adaptar el cambio climático a nuestros contextos y contar historias que tengan sentido para nuestras audiencias”, dice Pilar Assefh.
Desde los refugiados climáticos hasta los impactos que tendrán ciertos cultivos y la situación que viven los defensores de la tierra, las dinámicas son distintas para cada territorio y es imprescindible entenderlas para poder contarlas con cercanía.
II. Dinámicas de poder
Para contar el cambio climático hay que ser conscientes de las dinámicas y el ejercicio del poder en nuestros territorios. Las poblaciones que menos tienen son las que están más expuestas y menos herramientas tienen para adaptarse a lo que se viene. Mientras que las situaciones que padecen son generadas por el sector mejor posicionado en la pirámide social.
En 2020, Oxfam publicó un informe que revela que el uno por ciento más rico del planeta genera el doble de daño climático que la mitad de la población más pobre: ganan los de siempre, pierden los de siempre.
“En la conferencia mundial de periodismo científico de 2017, una de las charlas era de una investigadora que empezó a analizar el lobby que se hizo para las campañas de tabaco en los ochenta con el lobby de los negacionistas contra el cambio climático. La conclusión fue que eran las mismas agencias de relaciones públicas. Y que detrás del lobby negacionista, había petróleo”, recordó Michelle.
Es evidente que los periodistas enfrentamos un sofisticado esquema de desinformación climática. Stop Funding Heat, una organización que monitorea noticias falsas sobre el calentamiento global citada por Ojo al Clima, indica en su último reporte que las fake news de cambio climático reciben entre 818.000 y 1,36 millones de vistas diarias en Facebook. Pero la desinformación no solo se transmite por redes sociales.
El Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) señala que los periodistas suelen ceñirse a la regla de entrevistar a las dos partes de una “controversia”, equiparando de manera desproporcionada a la ciencia con el escepticismo sobre el calentamiento global. O a las víctimas con los victimarios. “Esto ocurre a pesar del creciente consenso entre los periodistas con respecto a la comprensión científica básica del cambio climático”, dice el documento del IPCC.
En este escenario, apalancarse en la academia es clave. En uno de sus discursos en el MIT, el científico Michael Mann explicó que en la actualidad hay tanto consenso sobre el calentamiento global producido por el hombre como el que existe por el concepto de la gravedad.
III. Resonancias positivas
Parte de cambiar las narrativas para contar el cambio climático consiste en adoptar enfoques que priorizan las soluciones. La acción climática, por ejemplo, está compuesta por el conjunto de acciones que hacemos de mitigación y de adaptación frente a la crisis planetaria, algo que Michelle y Pilar ven como una oportunidad para producir historias que se relacionen con nuestra calidad de vida.
Por ejemplo, una acción climática propuesta desde hace algunos años es la movilidad activa. Es decir, caminar, transportarse en bicicleta o patineta, para dejar el carro y, con él, las emisiones de dióxido de carbono que generan un fuerte impacto en el planeta. Pero la movilidad activa no solo es amigable con la Tierra, también sirve para ahorrar dinero y hacer ejercicio, lo que se traduce en un beneficio para nuestra salud.
Pensar en todas las aristas que puede tener una historia climática nos ayuda a interiorizar que se trata de una temática transversal en una redacción, que se extiende hasta áreas como educación, salud, economía, política, empleo y hasta deportes. La pregunta “¿qué pasa con las olas de calor que sufren los deportistas?”, por ejemplo, movió a un grupo de periodistas a investigar el clima intenso en los juegos olímpicos de Tokio y cómo acondicionar las superficies para evitar lesiones en los atletas o la posibilidad de contar con piscinas temperadas para controlar el sofoco.
Bonus track
Michelle nos recuerda que “la historia de la crisis planetaria es una historia humana. El planeta sigue, puede seguir sin nosotros, las que estamos en la primera línea de las afectaciones somos nosotras las personas y nuestros modos de vida”.
Foto: Nina Cordero
“Necesitamos partir de lo cotidiano. Volver la mirada hacia nosotros. Nuestras historias están a la par, por eso necesitamos más referencias locales, tanto en temas como en voceros, buscar a las comunidades que están trabajando en soluciones climáticas y ponerle el rostro a la historia, buscando la identificación. Y, en todos los sentidos, necesitamos diversidad de voces y de personas, porque allí está la riqueza”, dijo la periodista y editora de Ojo al Clima.