¿Pragmatismo o ética? ¿Ser temido o ser amado? ¿El fin justifica los medios o hay que gobernar con fortaleza moral y ternura? ¿Cuál es el modelo que sigue la clase política panameña? ¿Y el comportamiento cotidiano de la sociedad civil, la sociedad política y la economía? En 1994, el sociólogo Raúl Leis pensó y escribió sobre eso en esta columna
¿Por qué este título que hace referencia a monarquías y realezas? ¿Qué tiene que ver con nuestra realidad? La verdad es que nos referimos a dos libros muy conocidos. El Príncipe del italiano Nicolás Maquiavelio escrito en 1513 y El Principito de un autor contemporáneo, el francés Antoine de Saint-Exupery.
En El Príncipe, Maquiavelo brinda consejos a un nivel monarca de cómo conservar el poder y estructurar su gobierno. En ese marco separa tajantemente la ética de la política, pues el principal objetivo del gobernante es determinar los medios prácticos y concretos para obtener y mantener el poder. “Es mucho mejor ser temido que amado”, proclama Maquiavelo, pues la tarea clave de un mandatario es “aprender a no ser bondadoso”, y por ello la crueldad, el temor, la intriga son los medios recomendables para acceder o permanecer en el mando. El Príncipe es pues la expresión del despliegue inescrupuloso y pérfido del poder sin ninguna consideración moral o ética.
Por su parte, El Principito se identifica como un libro para niños y adultos, donde el autor cuenta una historia en la que existen que protagonistas principales, él mismo, que pilotando aviones tiene una avería que lo obliga a descender en el Sahara, y la presencia de un niño proveniente de un asteroide que le cuenta sus aventuras y viajes. La obra está impregnada de valores universales y de mensajes de esperanza, fortaleza moral y ternura ante realidades astilladas, truncas y ásperas. Una zorra le enseña al principito: “oye mi secreto. Es muy simple. No se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible para los ojos”.
Y agrega que uno es responsable de lo que ama y eso incluye protegerlo y defenderlo. Saint-Exupery logró llegar a menores y mayores de edad con el mensaje de lo esencial, de la integridad humana que en todos los campos de la vida debe superar al egoísmo. La manipulación, la envidia, la incomprensión y el abuso del poder.
¿Se parecen entre sí El Príncipe y El Principito? Fueron escritos en épocas diferentes, para públicos diferentes en contextos y estilos diferentes. Lo fundamental es que uno separa los valores humanos de la acción política y el otro integra esos valores en todas las dimensiones del quehacer humano.
¿Cuál de estos libros tiene más vigencia en nuestro país, en la sociedad de hoy? ¿Por cuál nos regimos? ¿Cuál es el comportamiento cotidiano de la sociedad civil, la sociedad política y la economía?
Creo no equivocarme en afirmar que nuestra sociedad vive en profundo malestar, una crisis de valores y de identidad que se expresa en elementos como:
- La opinión generalizada de que la corrupción se ha extendido y es impune.
- La delincuencia y el crimen que están presentes en los diversos estamentos socioeconómicos y hasta en los organismos encargados de controlar esta situación.
- La proliferación del juevivismo y el oportunismo y su efecto de cascada en toda la sociedad. Las relaciones sociales y políticas parecen muchas veces ser parte del mercado.
- Indiferencia, abandono, destrucción y descuido de los bienes públicos por parte de los ciudadanos.
- Una sociedad donde se discrimina racialmente, se impone el machismo, impera la centralización marginando a la periferia, y crece indetenible una justa asimetría en la distribución del ingreso económico y el conocimiento.
- La pérdida creciente de la valorización social producto del mérito, de la honradez, del estudio y del trabajo.
- Una enorme dificultad para definir el interés general y el beneficio común y trabajar por ello.
- Un proceso electoral que no fue tan transparente como se proclamó, pues existen lunares cuya discusión parece ser tema tabú para muchos.
Pero tampoco creo equivocarme en señalar la existencia de panameños y panameñas honestos pletóricos de capacidad constructiva; propuestas de trabajo amplias basadas en la justicia; obras e iniciativas innovadoras y pensamientos integrales que ligan la acción social y política con la dignidad de la persona.
El poder está diseminado en todo el cuerpo social y no es un fortín que se toma, ni un premio que se gana, ni un botín que se roba, sino una realidad que se construye entendiendo que la autoridad y el liderazgo son un servicio a la comunidad que debe promover la participación responsable.
Príncipe y principito están presentes en nuestra sociedad actuando con bríos en nuestra existencia social, pero también ambos se pasean orondos en la conciencia individual, en cada uno de nosotros, intentando hegemonizar y darse jaque mate. Pero “lo que es importante, eso, no se ve… es como una flor. Si amas una flor que se encuentran en una estrella, es dulce por la noche mirar el cielo. Todas las estrellas están florecidas”, susurró el principito”.
Esta columna fue publicada originalmente en el diario La Prensa, sección de Opinión, el 29 de agosto de 1994.
About the author
Raúl Leis Romero (Colón, 12 de diciembre de 1947 - ciudad de Panamá, 30 de abril de 2011) personifica en la memoria de todos la mirada de aquel gran pensador popular panameño próximo a la gente. Lo hacía desde la sociología, la educación y la literatura, con un lenguaje universal capaz de llegarle a mucha gente fuera de la academia. Es el intelectual mediático cuyo legado aún vive en la gente que lo acompañó y en las más de 40 obras publicadas, además de las 112 en las que fue coautor, 13 como editor y 17 antologías que incluyen sus textos. Como parte de un homenaje a su legado, nos unimos desde el periodismo y compartimos tres de sus columnas para entender que su manera de ver (las instituciones, el país, la gente) permanecen hoy más vigentes que nunca.